*Después de 20 años y un camino lleno de tropiezos, pérdidas y mucho trabajo, la destacada bailarina cuenta con tres campeonatos nacionales y participaciones en el Euroson Latino World Salsa Championship
Jaime Carrera
Fotos cortesía: Alberto Roura / Filmedia
Puebla, Pue.- Hace poco más de 20 años, en un salón un grupo de niñas se alistaba para continuar con su incursión a la danza. La duela encerada y las barras metálicas, los tutús y una serie de pasos marcados rigurosamente, enamoraron a una de las pequeñas presentes, era su primera clase, su primer y cautivador acercamiento con el ballet y el apasionante mundo del baile.
Cuando Jessica Andrea Aquino se percató de lo que estaba viviendo, ese día en el que su padre la llevó a una clase muestra de ballet, ella supo una cosa: quería seguir moviendo su cuerpo, estirar sus brazos, girar su cabeza, cautivar a la gente a su alrededor y no permitir que los espectadores de su talento se distrajeran. En ese momento, comenzó a aprender lo sublime del arte.
El inicio estuvo marcado por la sorpresa, a sus 7 años, Jessy Aquino no entendía por completo el objetivo del ballet, mucho menos la vestimenta, los peinados y la exactitud de cada movimiento, pero de lo que ahora está consciente es que ese momento fue un parteaguas y la puerta hacia la ruta de su formación profesional como bailarina y posteriormente como instructora.
La chispa estaba dentro de ella y el ritmo que corría por sus venas apenas estaba por explotar, los años pasaron y vino la época de la danza folclórica, hoy recuerdos de la escuela secundaria donde comenzó con sus pininos en los concursos de baile, siempre apoyada por sus padres, quienes hasta la fecha son un pilar en su vida, a quienes agradece cada abrazo y palabra de aliento.
De pronto, la salsa la atrapó, y los bailes latinos acapararon su atención y dedicación. Han pasado 14 años desde que pisó una academia de baile profesional y cuando mira hacia atrás, sabe que hizo lo correcto: desenvolverse en un ámbito dancístico más libre, pero no por eso menos disciplinado en donde la técnica, flexibilidad y dominio del cuerpo también están presentes.
Ballet, danzas prehispánicas o contemporáneas, y hasta el ritmo caribeño de moda, todo tiene un proceso y en todos los tipos de danza predomina de una u otra forma la certeza en la técnica y el estilo: posición correcta de piernas y manos, equilibrio, piruetas, giros y la dosificación de la respiración y mucho entrenamiento para dominar ese movimiento que parece imposible.
Durante la última década, además de haber instruido, capacitado y alentado a generaciones de jóvenes bailarines, Jessy ha sido testigo de algo sumamente importante: la consolidación de un ámbito profesional y competitivo a nivel local y nacional de los ritmos latinos, donde cada vez hay más certificaciones, concursos y mucha competencia entre nuevos y viejos conocidos.
La salsa, bachata, cumbia, merengue, reggaeton, el chachachá, el mambo y el danzón, son los géneros que ahora le apasionan y de los cuales nunca se acaba de aprender. A la par, la joven que también estudió Ciencias de la Comunicación, divide su vida entre la docencia, la ardua labor de administrar su propia academia: Salsa Inn y el tiempo de calidad con la familia.
Jessy, las competencias y el futuro
Hoy a sus 28 años como toda una profesional, entre premios, caídas y mucho aprendizaje, Jessy tiene claras otras muchas cosas más, pero tres palabras hilan y resumen todos sus objetivos alcanzados: compartir, enseñar y valorar. Transmitir todo su conocimiento y dejar huella en todos y cada uno de sus alumnos, es parte de su meta de vida a corto, mediano y largo plazo.
En un muro en donde se aprecian sus trofeos, Jessy muestra su esencia y personalidad, y en ese mismo sitio, frente al historial de reconocimientos, se esfuerza por perfeccionar su estilo y técnica. Nunca se aprende lo suficiente. Ahora se prepara para una competencia más para seguir escalando con su talento, ese que sus papás apoyaron desde pequeña.
En su haber hay varios primeros lugares, entre ellos tres campeonatos nacionales en una categoría PROAM (Profesional-Amateur) y participaciones en el Euroson Latino World Salsa Championship, en donde se ha batido a duelo con parejas y en solista con bailarines de todo el país, así como de América Latina y hasta de países europeos.
Otras de sus metas es facilitar el acceso a una formación profesional dancística a personas de escasos recursos, bajo la premisa de que todo en esta vida se comparte y su talento y aprendizaje no se puede quedar entre cuatro paredes, por el contrario, tiene que ascender a lo más alto de los podiums de la mano de niños, niñas y jóvenes que aman bailar.
“A corto plazo es seguir compitiendo, por la pandemia me dio el tiempo de poder aterrizar ciertos proyectos en mente, competir en diciembre en un mundial, que no he podido posicionarme en pódium, la preparación es desde un año antes, y a largo plazo, ojalá, abrir otra sucursal de mi academia, generar empleos y apoyar a otras personas”, narró a Identidad Puebla.
Después de 20 años y un camino lleno de tropiezos, pérdidas y mucho trabajo, en un salón de baile se encienden las luces, bailarines de todo el mundo se preparan tras bambalinas, Jessy se mira al espejo, se acomoda el peinado, se persigna, escucha los gritos, está por salir al escenario, baila, triunfa, el espectáculo se lo dedica a sus padres, a su ángeles de la guarda: sus abuelos.